Greg Mckeown en su libro “Essentialism” habla del valor de quitar y reducir actividades, tareas y quehaceres diarios con el fin de focalizar nuestra energía en lo que es esencial en el momento. La teoría enfatiza justo lo contrario a las ideas y valores que hoy en día prevalecen y defiende la sociedad de consumo como “querer llegar a todo “ o “ hacer un sinfín de cosas”.
Lao Tse: “para conseguir conocimiento añade cosas en tu día a día para alcanzar sabiduría reduce cosas en tu día a día”.
El autor describe y profundiza en la labor del editor de películas, cuyo trabajo consiste en cortar escenas y reducir el material grabado a lo esencial. Es un trabajo poco apreciado y conocido por el gran público pero de vital importancia para el director y el éxito de la película en sí. Siguiendo este ejemplo propone que adoptemos el papel de editores de nuestra vida, aprendiendo a reducir las distracciones y entrenándonos en eliminar las propuestas e ideas que no son esenciales para nuestro objetivo. Una buena pregunta que refuerza esta idea es: ¿puedo hacer menos para contribuir más?
Poner límites, saber decir que no y declinar ofertas es imprescindible para comenzar a reducir el ruido, pero no siempre resulta fácil. Imagina que llevas toda la semana viajando y trabajando a un ritmo muy intenso. Se acerca el fin de semana y surgen suculentas propuestas como: ir al campo, pasar el día con amigos o ir a comer con la familia. Es en esos momentos cuando podemos preguntarnos ¿qué es lo esencial ahora? Todos tenemos compromisos ineludibles, pero si logramos parar y darnos espacio para ver con claridad quizá podamos ver que lo esencial es descansar, que los planes pueden esperar y que podemos elegir dejarlos o aplazarlos para otro fin de semana.
Pero ¿como puede ayudarnos la práctica de la atención plena a identificar lo esencial?
parar
El primer paso consiste en aprender a parar y hacer pausas en nuestro día a día. Dada la velocidad a la que cambia el mundo y se suceden los acontecimientos necesitamos parar constantemente y darnos tiempo para ganar claridad y decidir si es en esta u otra dirección en la que queremos invertir nuestra energía (por ej decidir si quiero orientar mi trabajo o construir mi vida en una dirección determinada).
No siempre podemos elegir pero a menudo contamos con más opciones de las que creemos si somos capaces de verlas. Parar y reducir la velocidad habitual nos ayuda a ver opciones que en otro momento hubieran pasado desapercibidas.
Debemos elegir conscientemente. A menudo, exhaustos por la cantidad de obligaciones e imprevistos nos dejamos llevar por la inercia y el deseo de terminar y acabamos eligiendo de forma precipitada sin escuchar que es lo que realmente queremos. A veces nos comprometemos con proyectos o actividades en los que no podemos contribuir de la forma que pensamos en su momento o que simplemente no podremos terminar dentro del plazo previsto. Por todas estas razones la habilidad de parar constituye en si misma un gran recurso para el ser humano.
Espacio para decidir y ver con claridad
Siguiendo los ejemplos que ofrece Mckeown en su libro resulta interesante como los CEO de grandes corporaciones tienen como rutina tomarse días libres como parte del trabajo con el fin de tomar distancia y generar nuevas ideas. El CEO de Microsoft, Bill Gates, se toma una semana al mes sin ir a trabajar con el objetivo de clarificar y dar con nuevas ideas que se puedan implementar en la compañía.
Grandes ideas y descubrimientos de la humanidad han surgido en momentos de stop, donde había espacio y claridad, ambos elementos indispensables para la creatividad. Sin ir más lejos podemos recordar la famosa imagen de Issac Newton bajo el manzano cuando tuvo el insight que dió origen a la ley de la gravedad.
La práctica de la atención plena nos enseña a observar en profundidad, logrando una mayor amplitud entre los estímulos que acontecen en nuestro día a día y la respuesta que damos ante los mismos (por ejemplo estimulos pueden ser los whatsapps, emails, llamadas, etc)
Revisando tu intención para ir a lo esencial
Una pregunta habitual en las tradiciones contemplativas es: ¿cuál es tu verdadera intención? Con frecuencia nuestra intención, lo que subyace bajo nuestros actos y palabras, tiende a ser poco consciente y en muchos casos adolece de claridad. Vendría a conectar con la idea “del lugar desde donde hacemos las cosas”.
En este sentido, podrías preguntarte ¿cuál es tu intención cuando participas en una reunión de trabajo? hablas para ayudar y hacer crecer al equipo o hablas para impresionar y mostrar lo bueno que eres. ¿Hablas para encontrar puntos en común y generar diálogo o para generar distancia y confrontación? son preguntas que podemos formularnos constantemente en nuestro día a día. Nos remite a lo esencial, ayudándonos a aclarar el lugar desde donde hacemos las cosas.
El maestro vietnamita Thich Nhat Hann en su afamado libro “el milagro del Mindfulness” cuenta el encuentro con su amigo Jim quien le pide fregar los platos a lo que Hanh responde: “de acuerdo pero si lavas los platos tienes que saber el modo de hacerlo”…”hay dos formas de lavar los platos, la primera es para que queden limpios y la segunda es por el simple hecho de lavarlos” De esta forma podemos ver como “la esencia”, la intención de la actividad en si misma es muy distinta en un caso y en otro.
Parar, disponer de espacio para ver y percibir con claridad además de revisar nuestra intención pueden ser buenas maneras de practicar la atención plena y de vivir una vida conectada a lo realmente importante, aquello que es esencial para cada uno de nosotros.
Quizá podemos finalizar este artículo preguntándonos: ¿puedo hacer menos para contribuir más?