El duelo podría parecerse a la sensación de estar indefinidamente a la deriva a bordo de un bote pequeño en un mar enorme, sintiéndose vulnerable, solo y sin rumbo. Tal y como describe el autor del libro Sameet M. Kumar en su libro “Mindfulness para el duelo prolongado” a veces los sentimientos tienden a hacerse más intensos con el tiempo, en lugar de menguar y con frecuencia descubrimos que el dolor de la pérdida es tan intenso en el momento presente como lo era hace varios meses, e incluso como lo era hace años en los casos en que se alarga en el tiempo.

Cuando hablamos de duelo, habitualmente pensamos en la muerte y en la pérdida de un ser querido; no obstante, también podemos referirnos a otras muchas pérdidas que experimentamos a lo largo de la vida como pueden ser: la pérdida de funciones cognitivas o físicas, la pérdida del empleo o un cambio significativo en nuestro entorno laboral, así como la separación de la pareja entre algunos otros. Todos ellos conllevan un periodo importante de readaptación a la vida acompañado de cierta alteración emocional en donde la persona debe transitar el vacío y la sensación de ausencia rehaciendo su vida de forma gradual.

A veces este tránsito resulta arduo e inhóspito y uno se descubre sólo y sin rumbo recorriendo  un camino a ninguna parte y lleno de falta de sentido. Es en estos momentos cuando puede sernos de ayuda recordar que, aunque a veces uno no espera nada de la vida, la vida si espera algo de uno como señala Viktor Frankl en su célebre libro el hombre en busca de sentido.

Frankl, psiquiatra, y prisionero durante varios años durante la segunda guerra mundial en un campo de concentración nos recuerda como el hombre puede vivir y mantenerse vivo bajo condiciones degradantes y muy adversas si tiene un propósito en la vida. Sin embargo, el problema con el duelo es que a veces uno pierde u olvida dicho propósito y precisa de cierto tiempo para volver a recuperarlo. La práctica de la atención plena puede ser un buen recurso para volver al momento presente y a aceptar lo ocurrido con mayor serenidad.

Mindfulness nos ayuda a sostener el sufrimiento emocional; facilita que surfeemos estos momentos al igual que haríamos con las olas del mar, aprendiendo a mantenernos a flote y a esperar pacientemente que las aguas se calmen. Como dice Jon Kabat Zinn “no podemos detener las olas del mar pero si podemos aprender a surfearlas”

Transitar el vacío de la ausencia de una forma saludable requiere de coraje y de una actitud que nos permita conectar con el dolor, pero a la vez seguir adelante. Mindfulness nos permite hacer frente al sufrimiento sin quedarnos estancados en él, cultivando la serenidad que nos ayude a recuperar la esperanza y el equilibrio para nuestra vida futura.