En su libro Mindfulness sensible al trauma, David Treleaven menciona que el 90% de la población ha sido expuesta a eventos traumáticos. Sin ánimo de asustar, eso es casi todo el mundo. A su vez señala que del 8 al 20% de la misma desarrollará un síndrome de estrés postraumático a lo largo de su vida. Hace unos años esto habría sonado a una dimensión paralela. Hoy es una realidad.

¿Qué ha cambiado?

El trauma es una palabra ampliamente utilizada en la actualidad. Alcanza cuotas elevadísimas, llegando casi a ser un palabro de moda.  En los últimos años se ha normalizado e integrado de tal forma en las conversaciones de la gente que muchos hablan de trauma sin realmente llegar a serlo. Como ocurre con tantas otras palabras, su significado de origen se ha distorsionado a base de uso.

Sin embargo, las palabras evolucionan y pueden adquirir connotaciones y significados más profundos a medida que su uso se expande. La crisis de la covid 19 puso este concepto sobre la mesa y desde entonces múltiples expertos no han cesado de profundizar en él. La propia psicología ha ampliado el marco de análisis sobre la misma para añadir nuevos colores a la paleta original.

A su vez, diversas olas como la feminista, la de la igualdad racial así como los modelos que exploran la interseccionalidad (esto quiere decir como interseccionan variables como la edad, el género, la raza y si favorecen o no a los grupos de poder) donde la inclusión y la diversidad han sido elementos poco tenidos en cuenta hasta ahora en diversas poblaciones que han sufrido trauma (trauma de género, racial, étnico) amplian la perspectiva sobre todo ello.

Pero comencemos por los orígenes.    

Desde una perspectiva clínica y de la salud, el trauma hace referencia a una situación de estrés que sobrepasa la capacidad y los recursos de la persona que lo experimenta. La autora norteamericana Pat Ogden creadora de la terapia sensoriomotriz en su libro intervenciones para el trauma y el apego lo define como”cualquier amenaza o experiencia abrumadora que no podemos integrar…”

Por ejemplo, una situación de abuso o un accidente de tráfico constituyen situaciones con alta probabilidad de generar trauma en la persona que lo padece.

Sin embargo, el trauma depende más de la persona y su historia previa que de la situación en sí. Cómo dice el médico y escritor Gabor Maté “No es la situación en sí sino como la persona la vive” lo que hace que algo sea traumático o no. Esta visión coincide con lo visto anteriormente sobre el estrés. No es el jefe o el trabajo en si lo que nos genera estrés sino cómo lo vivimos.

Para favorecer el mejor desenlace posible, como indica el afamado Van der KolK  resultaran claves: las características personales de la persona y los recursos propios como: ser consciente de ello y tener capacidad de regulación emocional etc. Por ej una persona puede desarrollar un trauma en la relación con un jefe autoritario porque le recuerda a la manera en que le trataba su padre de pequeño. En cambio, otra persona con un pasado distinto no desarrollará esta condición.

En la respuesta traumática el cuerpo reacciona de forma automática desplegando sus defensas más primarias con el fin de sobrevivir y de sentir el menor dolor posible. Estas reacciones, todas ellas mecánicas, pueden adoptar distintas formas de respuesta de estrés como: huir, correr, congelarse, desbordarse emocionalmente, evadirse, y otras parecidas pero que guardan matices como: desconectarse de la realidad (disociarse) o incluso apagarse por completo como si el cuerpo se quedara hibernando o sin vida (feigning death). Se trata de respuestas que garantizan la supervivencia del individuo y le hacen sentir a salvo.

Un recurso esencial para sanarlo consiste en desarrollar la capacidad de permanecer atentos al momento presente. Esto es vital puesto que las experiencias traumáticas nos transportan rápidamente al pasado. Cuando el miedo nos invade y la respiración se agita, en un abrir y cerrar de ojos volvemos a estar a la misma hora y en el mismo lugar del día del accidente.

Mindfulness nos ayuda a tomar consciencia de nuestros límites corporales, mentales y emocionales y nos permite poner atención sobre aquellos estímulos que desencadenan que perdamos nuestro equilibrio interno.

Continuará…